miércoles, 10 de febrero de 2010

Los psicólogos y el inmediatismo.


En los tiempos que corren, buena parte de los miembros de nuestra disciplina parecen deslumbrados por las “bondades” de una improvisación disfrazada de “creatividad”. Se plantan en la solución de los problemas de “la gente” sin cuestionar la pertinencia de su proceder ante una determinada situación, pues lo importante es sencillamente hacer algo, intervenir. Frecuentemente, se escucha a los psicólogos decir que su misión es ayudar al otro; pero no hacen explícitos los medios a través de los cuales les es posible llevar a cabo esa tarea y las limitaciones que estos tienen, como si el quehacer psicológico no requiriera de ningún tipo de precisiones, como si hacer psicología no fuera más que actuar según el más burdo “sentido común”. En una situación en la que se fomenta una improvisación sin más, no queda otra opción que encender la luz amarilla del semáforo y decir: ... señoras(es), están inscribiendo la sentencia de muerte en el cuerpo de la psicología.

La anterior advertencia es a todas luces hosca, de allí lo ineludible de esgrimir argumentos que la respalden. En primer lugar es conveniente acotar qué entendemos por psicología. Diremos que es la combinación de dos elementos; por un lado, el corpus de los textos y actos discursivos que forman parte de la red de conocimiento psicológico y, por el otro, las instituciones que se articulan en torno a ese conocimiento. Para pertenecer a la comunidad de psicólogos, al menos de forma legítima, es necesario dominar parte del corpus psicológico. En ese sentido, tenemos que si la improvisación no está precedida de un manejo consistente de las implicaciones del procedimiento a ejecutar en cada caso, se corre el riesgo de caer en sincretismos teóricos y/o metodológicos que evidencien un desconocimiento de la disciplina y, por esta razón, de quedar deslegitimados como miembros de la corporación de psicólogos, pues en ese caso nuestra experticia no se distinguiría de la del lego. Pensemos, por ejemplo, en un grupo de psicólogos que decide que ya no hace falta hacer argumentaciones teórico-metodológicas de su labor antes de intervenir, dado que la “creatividad” arroja prestos resultados. ¿Qué tenemos? Un grupo de inmediatistas que no tienen razones para seguir llamándose psicólogos. Imaginemos luego la expansión extrema de ese grupo; ¿qué queda? Un corpus que fenece al caer en desuso y una corporación que ya no es tal por falta de integrantes. El cuerpo de la psicología ahorcado por manos propias.





Un proceder epistemológico es aquel que ante una determinada situación problemática se maneja dentro del discurso convencional de su disciplina, generando soluciones sobre la base de las reglas vigentes. El obrar hermenéutico, por su parte, propicia el encuentro con nuevas formas de decir-hacer que no se corresponden con las ya instituidas y pueden ofrecer soluciones novedosas. La separación entre epistemología y hermenéutica viene dada por la familiaridad de los problemas planteados y sus posibles soluciones. No son términos excluyentes; si bien se dice que el segundo pretende hender las aguas para sistemas de metáforas no instituidos, no lo hace de manera tajante. La labor hermenéutica tiene, a ratos, una relación parasitaria con la epistemológica, el hermeneuta que navega en alta mar a bordo del barco del epistemólogo no puede transformarlo desmantelando por completo su carena. Para que un nuevo sistema de metáforas llegue a instituirse, desplazando las convenciones del discurso epistemológico, ha de mantener alguna conexión lexical con éstas, dado que la ausencia radical de enlaces entre una y otra descripción elimina incluso la posibilidad de querella por el predominio en una determinada empresa científica.

 
La investigación psicológica se sirve de ambos discursos, la mayor parte del tiempo se inscribe en el tejido epistemológico; sin embargo, es saludable para el mantenimiento (o quizás el giro) del proyecto de la disciplina, incrementar los espacios disponibles para la hermenéutica así concebida; ello hace que el investigador se tope con soluciones-descripciones novedosas que le facilitan la tarea de generar conocimiento. El trabajo del psicólogo como profesional —la solución de problemas planteados por la gente— se lleva acabo, usualmente, sobre la base de las convenciones establecidas al interior de la disciplina apostando, en la promoción de soluciones, por la utilidad de las herramientas de las que ella dispone. El trabajo del inmediatista, por las razones esbozadas al inicio de esta nota, no forma parte de lo que se considera labor psicológica, sea esta de investigación o profesional. Salta a la vista una posible objeción: ¿acaso no son los inmediatistas psicólogos innovadores que también desean darle un giro a la disciplina? A esto diremos que sí, sólo si éstos elaboran argumentaciones coherentes que les permitan persuadir, al menos, a una parte de la corporación de psicólogos; si no, la adhesión a la inmediatez es un acto de fe o mera mediocridad, según se prefiera.

Por Estrella Camejo


 dc
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